Por: Colaborador Cercano
Nosotros vemos la vida en una línea recta porque estamos amarrados a un contínuo del tiempo y el espacio. Nacemos, crecemos, nos desarrollamos, decaímos y finalmente morimos. Esa es nuestra existencia en la tierra. Para algunos es más corta, para otros más larga; pero como sea, tenemos un paso por esta tierra que resulta determinante en muchas cosas; pero de alguna forma sabemos que en Cristo este paso es una etapa previa a una vida más allá de esto. Es decir, una doctrina clave en el cristianismo es que existe una vida más allá de la muerte. Que hay una vida eterna y que se define donde la pasamos (si en el cielo o en la condenación eterna) por las cosas que pasamos en esta vida. Pero pese a eso, nos cuesta entender este misterio y pese a que la Biblia está llena de enseñanzas sobre la vida eterna (no os afaneis en Mateo 6:31-34, no hagan tesoros en la tierra en Mateo 6:1934, vuestra ciudadanía es celestial Filipenses 3:20-21); vivimos muchas veces como si esta vida eterna no existiera. Como si estas palabras fueran solo una letra muerta que no tuviera ningún impacto o significaran algo más que algunos versos bíblicos que nos dicen cosas que no vivimos. Para Dios no es así.
El punto es que para Dios el tiempo definitivamente no es lineal. Dios no está sujeto a tiempos y espacios. Es el dueño del tiempo y del espacio. No opera en las fracciones de tiempo que nos afectan a nosotros. Y es clave entender esto y cómo opera esto en nuestra vida. Y solo así podemos entender y descansar de los afanes que nos agobian. De las situaciones complejas que, probablemente, estemos viviendo en este tiempo. O incluso de las que creemos que son buenas. Todo es pasajero, todo es vanidad como dice Eclesiastes 1. El punto es entender cómo un Dios que está liberado del tiempo opera en nuestras vidas. Esa es la clave que nos permitirá poder vivir en paz y en quietud de espiritu , porque lo creas o no Dios siempre está en control de tu vida.
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