Nos tocó nacer en una sociedad en donde nos cuesta decir la verdad, aquello que pensamos lo maquillamos  de tal forma de evitar que incomode al oidor . La mayoría de las veces terminamos traicionando nuestros reales pensamientos en pro de evitar incomodar, ofender o de hacer pasar un mal rato a alguien de nuestro entorno.  Esta es la realidad cotidiana de nuestra vida y es una manifestación más de la infiltración del pecado y sus valores en medio de nuestra cultura.  Dios no nos manda a decir todo lo que pensamos, sino a actuar con sabiduría, pensando en su propia gloria siempre, mirando lo que es piadoso, justo y provechoso.  Esto es, decir lo qué hay que decir cuándo hay que decirlo y lo más importante con una actitud humilde y sencilla , apartados de toda soberbia y superioridad.  Esto es muy distinto que los dobles discursos que gobiernan hoy en día nuestra cotidianidad.  Hablar algo diferente a lo que pensamos es mentir, es traicionar una realidad que nos define en pro de la aprobación y la aceptación del otro. En Chile harto sabemos de esta cultura porque está fuertemente arraigada en nuestra idiosincrasia.

Estamos llenos de pequeñas hipocresías que se han instalado como aceptables en nuestra cotidianidad, pero ninguna es más destructiva que la del evangelio de Jesucristo. La hipocresía de suavizar el evangelio para evitar la incomodidad de los hombres ha sido un arma eficaz de Satanás en medio de la iglesia en la actualidad. “No seas tan duro”, “no necesitas ofender”, “Dilo con amor” son expresiones que suenan muy inocuas pero que han socavado el evangelio aguándolo hasta un punto de hacerlo tragable por gargantas pecadoras si que implique ningún efecto real. Hemos traicionado el evangelio ! Para agradar a los hombres. La dura verdad del Evangelio es eso, verdad y duro, no es agradable oír que la mayoría de nuestros muertos están ahora, en este mismo momento sufriendo un dolor indescriptible en un lugar de juicio. Es duro reconocer que el Dios de los cielos es un Dios Santo que odia el pecado y el pecador. Es duro saber que nacemos perdidos, condenados y bajo un profundo estado de depravación espiritual . Es duro y duele! Pero es la verdad ! Y sólo recibiéndola podremos abrazar la Cruz de Jesús como la salvación a todos los padecimientos que el evangelio me describe. Tal como un médico me dice que tengo una enfermedad mortal que activa todos mis temores y dolores como antesala de mostrarme el tratamiento adecuado para curarme, así mismo el evangelio de Jesucristo debe doler para que el corazón del hombre sea quebrantado y pueda abrazar el tratamiento obtenido por la muerte de Jesús. Si no duele no es la verdad . Pide ayuda , podemos ayudarte.

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